sábado, 19 de noviembre de 2016

La zona libre: Belice y Chetumal

Advertencia: si encontraste esta entrada gracias a Google, quiero advertir que no se trata de una reseña como tal, sino de una historia redactada a manera de diario. Aunque su contenido sea 100% verídico, no se debe leer a manera de reseña. Sin más que decir, comencemos.
27 de marzo, 2016

En aquel entonces era Semana Santa y había recorrido la Península de Yucatán con mi maestro favorito de la Facultad,El Doctor, en modo adjunto a cambio de ayudarle a controlar a sus alumnos y responderles sus dudas referentes a la historia de la arquitectura virreinal de Yucatán, Campeche y Quintana Roo.

Al visitar Bacalar creí que era buena idea volver pronto. Así que aproveché que estaba estudiando en Mérida para conocer también la Zona Libre de Belice, de la que tanto me habían hablado. Paraera un sitio muy extraño, mis amigos yucatecos me habían contado que era un sitio para comprar aparatos electrónicos, ropa, zapatos y comida exótica de otros países; importados hacia Belice sin pagar impuestos.

Creía que me iba a encontrar algo impresionante...

Al finalizar el trip yucateco decidí partir de mochilazo con Esteban, un amigo de la Facultad que también había venido a estudiar conmigo a Yucatán. Bajamos la aplicación de Couchsurfing y, después de haber llenado mi perfil con datos de superación personal, conseguimos un lugar gratis para dormir en Bacalar. Tras un viaje de ocho horas nuestro primer destino fue Chetumal.

Para llegar a la la Zona Libre es necesario ir a un sitio especial en Chetumal en el que por $12 te llevan en un camión muy viejo hasta la comunidad fornteriza de Santa Elena (supongo que su uso original era de camión escolar de Estados Unidos, ahora pintado de blanco).

Bienenidos a Belice (Foto Sipse.com)
Antes de cruzar había personas muy emocionadas, queriéndote subir en sus Tuc Tuc (Bicitaxis) que te llevan de manera gratuita al otro lado con la condición de comprar en sus locales.

No sé por qué imaginaba el sitio lleno de tiendas con artículos desconocidos y productos atractivos para el cliente, un lugar próspero donde se ganaba muy bien y que al que el gobierno de Belice metía mano para mantenerlo atractivo; al menos esa fue la idea que me dio el maestro meridano de Planeamiento Urbano Regional, pero no fue así.

Cruzamos al otro lado del Río Hondo y lo primero que vi en Belice fue un montón de naves industriales mal planificadas de manera lineal y a lo largo del sitio un hotel con algunas estrellas y varios casinos. El famoso Tuc Tuc nos llevó por una calle que era más tierra que pavimento hasta su tienda.

Al llegar lo primero que vi era mercancía pirata, de mala calidad y de procedencia china: muebles que aparentaban ser de madera pero que en realidad eran de madera contrachapada y plástico, ropa que con una lavada se rompía y muchos juguetes de plástico barato; cosas que, a mi gusto, jamás compraría.

Locales en la Zona Libre
(Imagen de Panoramio)
Drones de $1750 MXN 












Saliendo desilusionados del lugar encontramos otros locales que parecían más atractivos: Tommy Hilfiger, Nike, Adidas, Converse; pero no encontré algo que me llamara la atención o con grandes descuentos. Esteban y yo teníamos la sensación de estar en Tepito (incluso había una tienda llamada así) pero con un inglés muy tropical-yucateco, gente de color y dólares beliceños que valen la mitad de uno americano.

En el centro de la zona nos encontramos una gasolinera, sin marca, que surtía con mayor medida a los habitantes de Belice. Después de investigar encontré que pertenece a la marca Shell. Tomé fotos del sitio a pesar de que solo recibía amenazas de gente beliceña y mucho miedo al saber que estaba en tierra sin ley.

Gasolineras y Tuc Tuc
Luego de dar mil vueltas por la zona entramos a la única tienda con gente y con productos interesantes. Compramos un reloj CASIO, comida extraña, nachos, cerveza y dólares beliceños de cambio, a manera de recuerdos. Como dato interesante, por un lado de la moneda está la Reina de Inglaterra Elizabeth II, pues ella sigue siendo la Jefa de Estado, aunque Belice haya sido una colonia británica.

Queen Elizabeth The Second – Belice, One Dollar

Cruzamos el río, declaramos en migración nuestras lujosas compras y subimos al camión directo a Bacalar con nuestro host.

Concluyo que la Zona Libre es una desilusión total; es una experiencia que uno debería vivir sólo una vez en su vida. Quizá antes del tratado de Libre Comercio de Norteamérica ir a comprar un delicioso Butterfinger, una televisión, música en inglés o una caja de nerds era todo un reto.

Puente del Río Hondo - Frontera México y Belice
Y así lo era, inclusive Chetumal funcionaba de la misma manera. Después del huracán “Janet, en 1945, la ciudad destruida fue declarada Zona Libre para atraer población y crecimiento económico al entonces territorio. Todavía se pueden apreciar las tiendas con fachada setenteras y luces de neón con marcas exclusivas para la época (sobre todo en la Avenida de los Héroes).

Hoy, en 2016, estos locales están cerrados o en liquidación y las casas de madera de estilo inglés están siendo reemplazadas por locales comerciales de tablaroca y materiales simples deshechables. No obstante, un local de Ray-Ban con luz de neón todavía se aprecia entre edificios actuales.
Recuerdo haber entrado con mi profesor a una de estas tiendas antiguas durante su viaje una semana antes. El negocio se llamaba El Correo Francés – Artículos Nacionales e Importados, atendido por su anciano dueño. Fue como volver al pasado.

Corbatas coloridas con diseños noventeros, teléfonos alámbricos, electrodomésticos color crema de los años noventa y plateados del 2000. Muchos productos de buena calidad y extraños para mi existencia millennial. No dudé en sacar mi iPhone, buscarlos en internet y comprobar que, efectivamente, era tecnología muy obsoleta.

¡Joven, está muy barata esta corbata y esta pluma está genial! -me comentó sorprendido el Doctor.
-Sí, perfecta para usted, debería comprarla-le seguí la corriente al ver la corbata más extraña de mi vida.
-Se lo puede llevar más barato, quiero liquidar mi mercancía y cerrar lo más  pronto posible comentó el dueño.

Procedí a vers artículos mientras el Doctor se compraba la corbata noventera y su pluma, me burlaba de los teléfonos alámbricos, las caseteras, los televisores “de caja” que presumían ser ultra HD y artículos de limpieza que se quedaron en ese entonces.
Quién sabe si para el próximo año vuelva a entrar a El Correo Francés, pero esos pequeños detalles y curiosidades que tienen las ciudades merecen ser recordados. Me gustó más un local chetumaleño que toda un área de Belice.

Si eres muy exigente al comprar o muy codo no encontrarás nada, solamente rice and beans. En fin, nuestro Host nos estaba esprando y el siguiente pueblo estaba a tan solo 30 minutos de la capital quintanarroense.

¡Nos vemos en Bacalar!

Corrección de Estilo: E Serrald bla bla bla, gracias.