Advertencia: si
encontraste esta entrada gracias a Google, quiero
advertir que no se trata de una reseña como tal, sino de una historia redactada
a manera de diario. Aunque su
contenido sea 100% verídico, no se
debe leer a manera de reseña. Sin más que
decir, comencemos.
27 de marzo,
2016
En aquel entonces era Semana Santa y
había recorrido la Península de Yucatán con mi maestro favorito de la Facultad, “El Doctor”,
en modo adjunto a cambio de ayudarle a controlar a sus alumnos y responderles
sus dudas referentes a la historia de la arquitectura virreinal de Yucatán, Campeche y Quintana Roo.
Al visitar Bacalar creí que era buena idea volver pronto. Así que aproveché que
estaba estudiando
en Mérida para conocer también la Zona Libre de Belice, de la que tanto me habían hablado. Para mí era un sitio muy extraño, mis amigos
yucatecos me habían
contado que era un
sitio para comprar aparatos electrónicos, ropa, zapatos y comida exótica de otros países; importados hacia Belice sin pagar impuestos.
Creía que me iba a encontrar algo impresionante...
Al finalizar el trip yucateco
decidí partir de
mochilazo con Esteban, un amigo de la Facultad que
también había venido a estudiar conmigo a
Yucatán. Bajamos la
aplicación de Couchsurfing y, después
de haber llenado mi perfil con datos de superación personal, conseguimos un lugar gratis para dormir en
Bacalar. Tras un
viaje de ocho horas
nuestro primer destino fue Chetumal.
Para llegar a la la Zona Libre es necesario ir a un sitio especial en
Chetumal en el que por $12 te llevan en un
camión muy viejo hasta
la comunidad fornteriza de Santa Elena (supongo que su uso original era de camión escolar de Estados Unidos, ahora pintado de blanco).
Bienenidos a Belice (Foto Sipse.com) |
Antes de cruzar había personas muy emocionadas, queriéndote subir en sus Tuc Tuc (Bicitaxis) que te llevan de manera gratuita al otro lado con la
condición de
comprar en sus locales.
No sé por qué
imaginaba el sitio lleno
de tiendas con artículos
desconocidos y productos atractivos para el cliente, un lugar próspero
donde se ganaba muy bien y que al que el
gobierno de Belice metía
mano para mantenerlo atractivo; al menos esa fue la idea que me dio el
maestro meridano de Planeamiento Urbano Regional, pero no fue así.
Cruzamos al otro lado del Río Hondo y lo primero que vi en Belice fue un montón de naves industriales mal planificadas de
manera lineal y a lo largo del sitio un hotel con algunas estrellas y varios
casinos. El famoso Tuc Tuc nos llevó por una calle que era más tierra que pavimento hasta su
tienda.
Al llegar lo primero que vi era mercancía pirata, de mala calidad y de procedencia china: muebles que aparentaban ser de madera pero que
en realidad eran de madera contrachapada y plástico, ropa que con una lavada se rompía y muchos juguetes de plástico barato; cosas que,
a mi gusto, jamás compraría.
Locales en la Zona Libre (Imagen de Panoramio) |
Drones de $1750 MXN |
Saliendo desilusionados del lugar encontramos otros locales que parecían
más atractivos: Tommy Hilfiger, Nike, Adidas, Converse; pero no encontré algo que me llamara la atención o con grandes
descuentos. Esteban y yo teníamos la sensación de estar en Tepito (incluso había una tienda llamada así) pero con un inglés muy tropical-yucateco, gente
de color y dólares
beliceños que valen la mitad de uno americano.
En el centro de la zona nos encontramos una gasolinera, sin marca, que
surtía con mayor
medida a los habitantes de Belice. Después de investigar encontré que pertenece a la marca Shell.
Tomé fotos del
sitio a pesar de que solo recibía amenazas de gente beliceña y mucho miedo al saber que estaba en
tierra sin ley.
Gasolineras y Tuc Tuc |
Luego de dar
mil vueltas por la zona entramos a la única tienda con gente y con productos
interesantes. Compramos un reloj CASIO, comida extraña, nachos, cerveza y dólares beliceños de cambio, a manera de recuerdos. Como dato interesante, por un lado de la moneda está la Reina de Inglaterra Elizabeth
II, pues ella sigue siendo la Jefa de
Estado, aunque Belice
haya sido una colonia británica.
Queen Elizabeth The Second –
Belice, One Dollar
Cruzamos el río,
declaramos en migración
nuestras lujosas compras y subimos al camión directo a Bacalar con nuestro host.
Concluyo que la Zona
Libre es una
desilusión total;
es una experiencia que uno debería vivir sólo una vez en su vida. Quizá antes del tratado de Libre Comercio de
Norteamérica ir a
comprar un delicioso Butterfinger, una televisión, música en inglés o una caja de nerds era todo un reto.
Puente del Río Hondo - Frontera México y Belice |
Y así lo era, inclusive Chetumal funcionaba de la misma manera. Después del huracán “Janet”, en 1945, la ciudad destruida fue declarada Zona Libre para atraer población y crecimiento económico al entonces territorio. Todavía se pueden apreciar las tiendas con fachada
setenteras y luces de neón con marcas exclusivas para la época (sobre todo en la Avenida de los Héroes).
Hoy, en 2016, estos locales están cerrados o en liquidación y las casas de madera de estilo inglés están siendo reemplazadas por locales comerciales
de tablaroca y materiales simples
deshechables. No
obstante, un local
de Ray-Ban con luz de neón todavía
se aprecia entre edificios actuales.
Recuerdo haber entrado con mi profesor a una de estas tiendas antiguas
durante su viaje una semana antes. El negocio se llamaba “El Correo Francés – Artículos Nacionales e Importados”, atendido por su anciano dueño. Fue como volver al pasado.
Corbatas coloridas con diseños noventeros, teléfonos
alámbricos,
electrodomésticos
color crema de los años noventa y plateados del 2000. Muchos productos de buena
calidad y extraños para mi existencia millennial. No dudé en sacar mi iPhone, buscarlos en internet y comprobar que, efectivamente, era tecnología muy obsoleta.
–¡Joven, está muy barata esta corbata y esta
pluma está genial!
-me comentó sorprendido
el Doctor.
-Sí, perfecta para usted, debería comprarla… -le seguí la corriente al ver la corbata más extraña de mi vida.
-Se lo puede llevar más barato, quiero liquidar mi mercancía y cerrar lo más pronto posible – comentó el dueño.
-Sí, perfecta para usted, debería comprarla… -le seguí la corriente al ver la corbata más extraña de mi vida.
-Se lo puede llevar más barato, quiero liquidar mi mercancía y cerrar lo más pronto posible – comentó el dueño.
Procedí a ver
más artículos mientras el Doctor se
compraba la corbata noventera y su pluma, me burlaba de los teléfonos alámbricos, las caseteras, los televisores “de
caja” que presumían ser ultra HD y artículos de limpieza que se
quedaron en ese entonces.
Quién sabe si para el próximo año vuelva a entrar a El Correo Francés, pero
esos pequeños detalles y curiosidades que tienen las ciudades merecen ser recordados. Me gustó más un local chetumaleño que toda un área de
Belice.
Si eres muy
exigente al comprar o muy codo no
encontrarás nada,
solamente rice and beans. En fin, nuestro Host nos estaba
esprando y el siguiente pueblo estaba a tan solo 30 minutos de la capital quintanarroense.
¡Nos vemos en Bacalar!
Corrección de Estilo: E Serrald bla bla bla, gracias.